Tan pronto abandonemos la idea o utopía, de que un cultivo mal llamado en España “ecológico”, necesita menos nutrientes que uno convencional, nos daremos cuenta de que uno de los criterios básicos asumidos para legislar las anteriores leyes del Mar Menor y sobre la próxima Ley integral del Mar Menor que se debatirá en la Asamblea Regional, está mal interpretado.

Creo que a nadie se le escapa el problema que tienen las familias veganas con la lista de la compra, para conseguir que la alimentación de los progenitores, y en especial la de los niños, tengan la misma cantidad de proteínas, vitaminas, oligoelementos, en definitiva, de nutrientes, a través de alimentos de procedencia exclusiva del reino vegetal, con respecto a las familias de alimentación tradicional o convencional.

Es decir, no porque nazcas en un entorno vegano vas a necesitar menos nutrientes y eso le pasa a las hortalizas, que las biológicas u orgánicas, ecológicas en España, necesitan exactamente lo mismo que una convencional.

Necesitan el mismo Nitrógeno, en la misma forma, (amoniacal, ureica o nítrica), el mismo Fósforo, el mismo Potasio, así como los mismos microelementos, para conseguir el mismo peso y tamaño, (la misma estatura y peso en el caso del niño).

La razón de que los productores realicen cultivos de bio, orgánico o convencional, suele ser los requerimientos de sus clientes, que a su vez recogen los gustos y hábitos de los consumidores finales. De hecho suele ocurrir que el mismo agricultor o productor realice simultáneamente cultivos orgánicos, biológicos y convencionales, en España y en Europa.

Además se da la particularidad de que son los productores los que se ajustan a las necesidades de los consumidores y no lo contrario.

Quizás resulte curioso para el lector saber que cada kilogramo de hortaliza biológica y orgánica que se comercializa, ha necesitado a lo largo de su ciclo productivo una aportación de nutrientes y agua mayor que la que se necesitaría para obtener ese mismo kilogramo en un sistema de cultivo convencional. Pero no sólo emplearemos más nutrientes y agua, sino que necesitaremos más superficie de tierra y por tanto en las labores de recolección, consumiremos más energía, pues el mismo tractor necesitará recorrer mayor distancia para conseguir los mismos kilogramos en ecológico que en convencional.

Por eso, las especificaciones técnicas de calidad que se establecen para las hortalizas bio u orgánicas son habitualmente inferiores a las establecidas para la producción convencional, y el precio unitario de venta al público del producto orgánico es también más caro. Eso influye en que en época de crisis la demanda de producto orgánico suela descender, como ya sucedió en la anterior crisis económica.

https://www.ndr.de/fernsehen/Die-Tricks-mit-Bio-und-Oeko,dietricks120.html

Cuando los consumidores nos soliciten todas las producciones en bio y orgánico, dejaremos de producir en convencional, ya que las producciones agrícolas se ajustan a lo que los consumidores nos solicitan y no a conveniencias productivas.

Sin embargo, durante los últimos años, se nos ha bombardeado cual mantra, sobre el concepto de que nuestros clientes quieren y buscan el producto bio, sobre todo en el exterior, y que además es un valor añadido para nuestros clientes, que estarían dispuesto a pagar el sobrecoste, lo cual es cierto en parte, la parte del consumidor que lo consume y se le sirve.

Si esto fuera tal cual lo venden determinados sectores, que no tienen nada que ver ni con la producción, ni con los consumidores y por tanto ni con los distribuidores, la mayoría de nosotros no compraríamos nunca, ni aquí ni en Europa, frutas y verduras fuera de nuestro entorno con normas fitosanitarias, sociales y económicas totalmente distintas a las de los productores europeos.

https://www.ndr.de/fernsehen/sendungen/ndr-wissenscheck/Warum-Bio-nicht-gleich-Bio-ist,wissenscheck338.html

Artículo de opinión publicado por Javier Soto Martínez, vicepresidente de Proexport (Agrar Systems S.A)

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